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Caipirinha al ritmo de la goleta

La Toti dijo que a bordo de Garota do Cabo van a convidar con refrigerantche y caipirinha, la vedette del paseo. La Toti es flaca, morocha de pelo largo ondulado y habla castellano con una tonada reconocible: es chilena. Tiene puesta una remera bordó y con una cámara fotográfica que cuelga de su cuello se pasea por la goleta sacándole fotos a todos los que hacen el paseo para después ofrecer un DVD que venderá como recuerdo.


Garota do Cabo estaba ahí. Familias, parejas y amigos hacen fila para subir al barco. De adentro se escucha música. La samba invita a moverse en el muelle debajo del cielo azul que regala el maravilloso día de excursión en Arraial do Cabo, a unos 20 kilómetros de Buzios en Brasil. Argentinos, chilenos y uruguayos están por comenzar un viaje por unas hermosas ilhas con praias que no tienen nada que envidiarle a las del Caribe. Mientras, la tripulación termina de enlistar la embarcación, canta y danza con la alegría que los caracteriza. Embarcamos.

Garota do Cabo es una goleta de madera con parte de la popa techada con una lona que cubre del sol a quienes viajan sentados en unos bancos que están en el costado derecho, el izquierdo y en la parte trasera. En la proa hay dos mástiles unidos horizontalmente por un caño del que cuelgan salvavidas para las 120 personas que puede llevar a bordo. Acostados alrededor de los mástiles van los que gustan de tomar sol. Chicas y no tan chicas son las que más se exponen para mantener el bronceado.

Dos tripulantes reparten unos vasos descartables y sirven gaseosas, lo que ellos llaman refrigerantche, y agua mineral. Lo que guste el pasayeiro. Alex ofrece caipirinha con dos jarras plásticas en mano. Está bien fría. Deliciosa. Se puede repetir. Entonces cada vez que Alex pasa con las jarras con caipirinha por la popa vuelve a servir.

Garota do Cabo se mueve. Mucho se mueve. Las olas salpican a quienes van pegados a la baranda. Rafael gira el timón de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, dice que las olas hay que tomarlas de costado. Así las agarra. La goleta salta en el mar turquesa, a veces azul. Todos saltan al ritmo de la goleta.

Algunos se animan a moverse al ritmo de la samba que suena en Garota do Cabo. Otros se desinhiben con el vaso de caipirinha en la mano y le echan la culpa a las olas. El oleaje ayuda, la caipirinha también. Entre parada y parada, en Garota do Cabo se arma la fiesta. Parejas, familias y amigos se divierten y disfrutan. La Toti, Alex y Rafael no van a dejar que eso no pase.